Duelo infantil.

¿Qué es el duelo?

Un periodo de adaptación después de la pérdida de un ser querido. Experiencia caracterizada por el sufrimiento y adaptación a una nueva situación vital. Se trata de un proceso doloroso y complejo, que cada persona vive de forma muy particular y concreta. Viene condicionado muchos factores, como son: la cultura, el entorno, la religión, los vínculos afectivos, la edad, la biografía, etc.

Este proceso se manifestará en todas las dimensiones de la persona, puede afectarla de manera global: físicamente, psicoemocionalmente, espiritualmente, en las relaciones, etc. modificando la conducta, emociones, etc. del afectado.

Tenemos que ser conscientes que las reacciones de cada persona son muy diferentes, únicas y pueden manifestar su dolor de manera muy particular. El proceso de luto es muy importante ya que es un mecanismo que nos ayudará a asimilar la pérdida y a adaptarnos a la nueva vida que nos espera. Superar con éxito este proceso será fundamental, puesto que un luto complicado o no elaborado puede comportar conductas desadaptativas y problemas diversos que condicionarán al desarrollo de la persona.

La infancia y la adolescencia son especialmente vulnerables y un luto complicado o no realizado correctamente puede suponer un gran riesgo para ellos y acabar condicionando todo su proceso de desarrollo. Un proceso de luto alterado puede generar conductas poco beneficiosas, como: vínculos inestables e inseguros, escaso de apoyo social, ambiente inestable, sentimientos de abandono y soledad, carencia de disciplina, muerte estigmatizada, aumento de conductas de riesgo (consumo de alcohol y drogas) incapacitad de expresar la tristeza, absentismo y fracaso escolar, etc. También esta pérdida en esta etapa tan vulnerable puede desarrollar trastornos mentales en la edad adulta, principalmente depresión. Para fomentar un buen desarrollo del luto, el respaldo social y el entorno del afectado juegan un papel fundamental.

El concepto de la muerte en niños:

La manera en que el menor viva el proceso de luto, irá muy ligada al concepto de muerte que el niño haya elaborado y a la etapa evolutiva en la que se encuentre. El concepto de muerte estará muy influenciado por su cultura, la familia, sus vivencias, pero su desarrollo personal también jugará un papel fundamental. Por lo tanto, su nivel de desarrollo cognitivo y afectivo influirá en su nivel de comprensión del concepto “muerto”.

De los 2 a los 3 años los niños no tienen ningún conocimiento de la muerte. De los 3 a los 6 años toman conciencia sobre la muerte, y la conciben como una separación temporal, no son conscientes de su irreversibilidad. Señalan la ausencia de funciones que están presentes en los vivos (movimiento, respiración, etc.) para definir el muerto. Posteriormente, establecen una conexión entre la muerte y la ausencia o separación: los muertos se han ido. Además entienden que la muerte es el resultado de la violencia, reconocen que ellos también pueden morir pero como consecuencia de que los maten. Todavía no es consciente de que puede morir como consecuencia del hecho natural de estar vivo. Desarrollan pensamientos mágicos y razonamientos fantásticos. De los 6 a los 9 años se desarrolla la conciencia de la irreversibilidad y la inevitabilidad de la muerte. Los menores de 7 años, atribuyen a los muertos, las propiedades de los vivos (creen que los duelo4muertos sienten, comen…»sé que papá está muerto, pero no puedo entender por qué no viene a cenar»), incluyen razonamientos fantásticos y pensamientos mágicos. El temor a la muerte llega a asociarse con el temor a la separación y el abandono. De los 9 a los 10 años surge el temor a morir, admiten el hecho de la muerte como algo universal y que también les sucederá a ellos. La muerte es un proceso interno, inevitable e irreversible. El niño busca con sus preguntas seguridad y conocimiento. De los 9 a los 12 años el menor se encuentra en fase de latencia, caracterizada por poca expresividad y preocupación en cuanto al tema de la muerte, por una posible represión de la ansiedad ante la muerte y negación de la muerte personal.

 ¿Como abordar el tema de la muerte con los niños?:

No debemos engañar al niño, procuraremos dar respuesta a sus preguntas de manera simple y directa. Tendremos en cuenta el contexto emocional y el grado de desarrollo del niño para responder adecuadamente a sus preguntas. Propiciaremos y animaremos a los niños a comunicar que saben, sienten y piensan sobre la muerte. Una información excesiva o deficiente puede ser perjudicial para el menor.

duelo1Cuando fallezca un familiar se lo comunicaremos al niño, si se le responde con evasivas y/o no se le dice toda la verdad, puede producir en él ira y resentimiento. Si el niño lo solicita, le permitiremos asistir al funeral; previamente le explicaremos que se hará, el motivo, etc. Si el niño decide inventarse un ritual para despedirse, es saludable realizarlo. Si el niño no pudo asistir a los ritos sociales, podemos proponerle realizar uno para ayudarle a despedirse del difunto. Si el niño lo desea también podrá participar al recoger las pertenencias del difunto y guardar algún objeto con significado especial.

Las manifestaciones de un luto normalizado:

Los sentimientos habituales son: esperanza de que volverá, tristeza, soledad, sensación de vulnerabilidad, inseguridad, ansiedad, culpa, irritabilidad, rabia, miedo. El menor puede presentar recuerdos persistentes del difunto, sueñan, se sienten vigilados, mantienen conversaciones con el difunto, en definitiva, intentan mantener una relación con el difunto y así obtener una representación interna de él.

También puede presentar problemas escolares: bajo rendimiento, falta de concentración, problemas de disciplina y síntomas físicos como pánico, insomnio, no tener ganas de comer, pesadillas.

Los menores de 5 años presentan poca tendencia a llorar, frecuentemente aparecen conductas regresivas. De los 7 a los 10 años muestran sentimientos de tristeza, inquietud, soledad. Reprimen las emociones. De los 10 a los 13 años presentan tendencia a llorar, están más preocupados por el desequilibrio familiar y la responsabilidad que tendrán que asumir. Sienten una gran necesidad de desahogarse. Las somatizaciones son más frecuentes en los adolescentes por la introversión en la que suelen vivir. En la adolescencia es fundamental el soporte de sus amigos.

¿Cómo podemos ayudar al menor?:

La relación con el menor es fundamental, la relación con sus padres será clave: tiene que ser segura y cariñosa. Si el difunto es un progenitor, será un pilar básico la presencia del otro progenitor durante todo el proceso.

Expresiones cómo: se ha dormido, se ha marchado de viaje, está en el hospital, para expresar a un niño una defunción puede ser negativo para ellos, puesto que tienden a pensar que volverá pronto o que lo ha abandonado.

Es importante decirle a niño, desde pequeño, que todos moriremos algún día, que es un hecho natural y que es normal estar tristes, sentir pena y desear que la persona vuelva a nuestro lado. La información que le me de transmitir es: que no volverá y que se ha hecho con el cuerpo de difunto, siempre en base a sus tradiciones familiares.

Es importante explicarle al menor las causas de la muerte, si es por enfermedad que esta tuvo un duelo3inicio, una evolución y un final, siempre aclarando que ellos no son responsables de la muerte. Le enseñaremos a distinguir entre dolencia grave y ligera. Les hablaremos del difunto y le daremos permiso para que lo hagan siempre que lo necesiten.

Ajustaremos nuestro lenguaje del menor: podemos utilizar cuentos, imágenes de la natura, etc. El niño también puede expresar su dolor a través del juego, dibujo, etc.

Deberemos dedicarle tiempo al niño, ser empáticos, mantener los canales de comunicación abiertos, permitir al niño que se exprese libremente. Los adultos le manifestarán sus sentimientos al niño, aspecto que permite al menor normalizar su situación y así sentirse mejor. Generar un clima de ayuda y respeto, puede llorar con el niño, compartan la tristeza.

Es conveniente mantener las rutinas diarias para minimizar los cambios. Conservar muy identificados las roles, evitar asignar tareas y responsabilidades que no correspondan con la edad del niño. Es importante reforzar la irreversibilidad de los hechos y evitar falsas expectativas en el menor.

Se deberá mantener una comunicación directa y activa con el centro escolar del menor, manteniéndolos informados de los acontecimientos y realizando seguimiento de la conducta del menor.

Cristina Turú – Psicóloga

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