La separación matrimonial y como puede afectar a nuestros hijos.

La separación y el divorcio es un hecho generalizado en nuestra sociedad. Son muchos los padres preocupados por como esta separación puede afectar a su hijo, por lo que hacerlo correctamente será fundamental para evitar afectar al menor.

Debemos recordar que aunque la relación amorosa entre la pareja finalice, siempre les unirá una relación como padres del menor. Es imprescindible mantener intacto nuestro papel como padre frente al menor, cuidando su estabilidad emocional.

Es evidente que después de la separación, las relaciones y rutinas habituales se verán afectadas, pero el rol de padre debe mantenerse intacto, dejándole claro al menor que rol jugará cada uno y que lugar y espacio ocuparán. A partir de la ruptura sentimental, se crearán dos sistemas familiares: uno con la madre y otro con el padre. Los vínculos con nuestros hijos y nuestra función como padre, tiene que mantenerse estable.

Después de una ruptura sentimental, tenemos que afrontar un periodo de duelo, de cambios, momentos de negociación, de dolor, etc. y atender las exigencias de nuestros hijos en ese momento puede ser una tarea complicada.

Es fundamental explicarle al niño, con calma, con un mensaje seguro y claro, que pueda comprender, que está sucediendo. Es recomendable que los padres, antes de dialogar con sus hijos, pacten que les van a decir y que mensaje quieren transmitirles, eso le dará seguridad antes las dudas que pueda presentar el niño.

Sin duda la mejor manera de llevar a cabo una separación es el dialogo y el consenso, situando al niño siempre como el centro de interés, hablando y enfocando la ruptura como un cambio y una reestructuración familiar. El niño vivirá la separación como una pérdida, él lo percibe así, ya que ve a sus padres como su fuente de seguridad y sustento, son los pilares de su vida y las personas más importantes.

La separación para el niño es una ruptura de su mundo, de sus referentes e ideales. Puede sentir miedo, nerviosismo, angustia, inseguridad, dudas sobre como será su futuro y se sienten desconcertados. Por lo que ofrecerles el apoyo incondicional, acompañarle y hablar con él de manera cercana, les ayudará a superar esta crisis. Algunos niños pueden reducir su rendimiento escolar, ya que este proceso puede afectar su capacidad de atención, para concentrarse, rumiación, cansancio, desmotivación, etc.

Si le damosseparacion3 atención a nuestro hijo, apoyo, amor, escuchamos sus dudas y sentimientos y las respondemos de manera que puedan comprenderlas, podrá gestionar de manera correcta el cambio y no vivirlo con dolor o interpretarlo como un abandono.

Podemos tener en cuenta la etapa evolutivas en la que se encuentra el niño para entender su situación ante la separación; las etapas evolutivas de crisis personal, en que se generan cambios interiores importantes son las más complicadas. Si su propia crisis personal, se solapa con una crisis emocional por la separación, puede agravar su situación.

  • De 0 a 3 años: es muy importante la figura materna para el niño, a cual se le deberá dar prioridad para cubrir las necesidades del niño, pero también el padre juega un papel muy importante y el niño necesita la presencia de su figura. Para los niños, es muy importante mantener el lugar de origen, esto les ayudará a mantenerse estable durante todo el proceso de cambio. A los dos años, el niño hace un cambio importante en su etapa evolutiva, aumenta su autonomía y se aleja de la figura materna, se de cuanta de los cambios en su entorno y un cambio muy brusco puede afectarle.
  • De 3 a 5 años: los niños se caracterizan por ser egocentristas, por lo que puede llegar a culpabilizarse de la separación de sus padres. A los 5 años, finaliza la primera infancia, el niño ya no es tan inocente y puede desarrollar un duelo complicado en casos de divorcios complicados.
  • De 9 a12 años: la preadolescencia, en esta etapa el niño vive un cambio brusco en su identidad, deja de ser niño para convertirse en un adolescente, es un periodo delicado ya que el niño está entrando en una crisis de identidad, típica de la adolescencia.

Déjele claro a su hijo que para él no tendrá consecuencias afectivas, ya que sus papás le quieren mucho y siempre
estarán con él. Es importante mantener la estabilidad del niño, estar lo más tranquilos posibles, manteniendo el control de la situación. Anímelo a que pregunte, a que exprese como se siente, permítale llorar, etc. Es mejor mostrarle una realidad, aunque sea dolorosa que la incertidumbre de no saber que está ocurriendo.

Es fundamental organizarse y explicarle al niño como será su vida después de la separación. El primer año será el más complicado, ya que todo debe estabilizarse y todos deben habituarse a su nuevo estilo de vida. Una correcta gestión de la separación ayudará al niño a estar tranquilo y sentirse seguro.

Un hogar con conflictos constantes trae muchos más problemas, angustias e inseguridades que una separación; siempre que esta se realice de manera correcta. Si le mostramos a nuestro hijo que luchamos por nuestra felicidad, también enseñamos a él a luchar por la suya. Transformar la relación amorosa que tenia con su pareja en otro tipo de relación, respetuosa y tranquila será fundamental.

separación2Convierta el proceso de separación de su hijo en algo fácil y sencillo, ofreciéndole su cariño, atención, apoyo y amor incondicional.

Cristina Turú – Psicóloga

Cambio de colegio

El cambio de colegio, es un tema que preocupa mucho a los padres. Son diversos los motivos que pueden propiciar un cambio de colegio, como motivos ajenos al menor: cambio de domicilio, o porque el menor presenta problemas en su centro actual y sea necesario un cambio.

Sea cual sea la razón para el cambio de centro, será un proceso estresante para el niño, ya que debe adaptarse a un entorno totalmente nuevo para él.

Cuando es necesario un cambio de colegio, es importante que el niño comprenda los motivos del cambio, que sea partícipe en el proceso de selección del centro y que se les trasmita que es lo mejor para ellos.

Motiven a su hijo hacia el cambio, destaque todos los beneficios que supondrá el cambio, que podrá hacer nuevos amigos, que no perderá a sus antiguos amigos, etc. El niño debe ir contento y a gusto al colegio, son importantes las relaciones que mantenga tanto con compañeros como con profesores; factores muy influyentes en el éxito escolar.

cole1Elija el centro más adecuado para su hijo, tenga en cuenta tanto aspectos académicos, como un centro que se corresponda con la personalidad de su hijo, los niños tímidos e introvertidos suelen adaptarse mejor a centros pequeños. Involucre al niño en la elección de centro, usted tomará la decisión final, pero el debe sentirse involucrado en el proceso, debe poder opinar, conocer que opciones tiene, si puede ir a visitar el centro personalmente, sino pueden ver fotos por Internet, etc.

Prepare a su hijo para la adaptación al centro, puede ser un proceso lento, sus nuevos compañeros quizás necesiten tiempo para aceptarlo, los cuales ya tienen sus propios grupos formados, el niño también tendrá que esforzarse por fomentar y establecer relaciones.
Es totalmente normal que el niño sienta temor por el cambio, a no poder hacer amigos nuevos, a no ser aceptados, a perder el contacto con sus anteriores amigos, etc. La ansiedad por la integración al nuevo centro escolar puede reducirla buscando a algún amigo que vaya al mismo colegio, empezar a ir a jugar a parques o plazas cercanos al centro para que conozca a alumnos del centro, etc.

Los cambios de rutinas en los niños provocan como reacción natural inseguridad, que genera miedo, por lo que este proceso será complejo ya que el día a día del niño se ve totalmente afectado. Transmita confianza a su hijo, presente este cambio como algo normal y que puede ser una gran oportunidad.

El niño pude padecer cambios de humor, tenga paciencia y muéstrese comprensivo, escuche a su hijo y consuélelo, necesita tiempo para adaptarse. No tenga prisa, hay que darle tiempo para que se haga su espacio y tome confianza.

Hable cada día con su hijo, preste atención a sus temores, anécdotas del día, respete sus miedos y dificultades, ayúdelo y apóyelo para que vaya superando las dificultades de la adaptación. Felicite y celebre sus progresos.

Es importante potenciar su valentía e independencia, anímalo a enfrentarse a sus temores. No debe sobreproteger a su hijo, debe de darle el soporte y los recursos necesarios para que él por si mismo se enfrente a las complicaciones propias de su etapa.

Preparar juntos el primer día de clase, que el niño tenga bien claro a que aula debe dirigirse, quien será su tutor, que material pude necesitar, que horario tendrá, acompañe al niño al colegio el primer día, conozca a su tutora y profesores y presénteselos a su hijo.

Disfruten del cambio, potencie las cosas positivas, por ejemplo las instalaciones del centro, los nuevos profesores que le gusten, si establece contacto con nuevos compañeros, etc. Puede cole3fomentar su integración gracias a la participación en actividades extraescolares, anime al niño a apuntarse a alguna actividad que le guste, relacionarse en un ambiente más dinámico puede ayudarle a integrarse más rápidamente.

Ayude a su hijo ha hacer amistades, puede empezar usted haciendo amistad con padres de otros niños de su clase, y así fomentando sus relaciones fuera del centro, quedando para ir juntos a merendar o invitándolos a casa. Si mantiene una actitud positiva y se involucra en las actividades del centro su hijo lo agradecerá.

El cambio de colegio puede afectar en el rendimiento escolar del niño, tanto en positivo como en negativo. Si el cambio es por razones educacionales, el rendimiento del niño suele mejorar, si la calidad del centro es mejor, o si realizamos el cambio por estilos de aprendizaje, y el nuevo se adapta más a las necesidades del niño. Por lo contrario, si las razones son imperativas: divorcio, cambio de residenciar, etc. Pueden generar un bajo rendimiento en el menor, ya que el niño puede presentar rechazo. En cualquier caso, premie su adaptación escolar, sus esfuerzos, la superación de las dificultades, etc. Así potenciará las conductas que desea en su hijo.

La edad del niño es importante; también será un factor decisivo, en general cuanto mayor sea el niño, más costará el proceso de adaptación. Los vínculos con sus amigos cada vez son más fuertes, también son fuertes los vínculos entre los nuevos compañeros, los cuales ya han formado grupos. Por tanto en la adolescencia el proceso será más complicado, esa edad es más difícil encajar en un nuevo grupo de amigos, como que una pandilla ya establecida acepte a un nuevo miembro.

Una vez realizado el cambio, debe seguir atentamente el proceso de adaptación y realizar seguimiento con el centro escolar. Si a pesar del apoyo que le hayamos brindado, el niño se muestra diariamente inquieto, ansioso o con nerviosismo constante; su vida no se normaliza, no quiere jugar como lo hacía habitualmente, no se puede concentrar, presenta dificultades para dormir o cambios de apetito, sería recomendable acudir a un psicólogo para obtener asesoramiento profesional.

Cristina Turú – Psicóloga

Duelo infantil.

¿Qué es el duelo?

Un periodo de adaptación después de la pérdida de un ser querido. Experiencia caracterizada por el sufrimiento y adaptación a una nueva situación vital. Se trata de un proceso doloroso y complejo, que cada persona vive de forma muy particular y concreta. Viene condicionado muchos factores, como son: la cultura, el entorno, la religión, los vínculos afectivos, la edad, la biografía, etc.

Este proceso se manifestará en todas las dimensiones de la persona, puede afectarla de manera global: físicamente, psicoemocionalmente, espiritualmente, en las relaciones, etc. modificando la conducta, emociones, etc. del afectado.

Tenemos que ser conscientes que las reacciones de cada persona son muy diferentes, únicas y pueden manifestar su dolor de manera muy particular. El proceso de luto es muy importante ya que es un mecanismo que nos ayudará a asimilar la pérdida y a adaptarnos a la nueva vida que nos espera. Superar con éxito este proceso será fundamental, puesto que un luto complicado o no elaborado puede comportar conductas desadaptativas y problemas diversos que condicionarán al desarrollo de la persona.

La infancia y la adolescencia son especialmente vulnerables y un luto complicado o no realizado correctamente puede suponer un gran riesgo para ellos y acabar condicionando todo su proceso de desarrollo. Un proceso de luto alterado puede generar conductas poco beneficiosas, como: vínculos inestables e inseguros, escaso de apoyo social, ambiente inestable, sentimientos de abandono y soledad, carencia de disciplina, muerte estigmatizada, aumento de conductas de riesgo (consumo de alcohol y drogas) incapacitad de expresar la tristeza, absentismo y fracaso escolar, etc. También esta pérdida en esta etapa tan vulnerable puede desarrollar trastornos mentales en la edad adulta, principalmente depresión. Para fomentar un buen desarrollo del luto, el respaldo social y el entorno del afectado juegan un papel fundamental.

El concepto de la muerte en niños:

La manera en que el menor viva el proceso de luto, irá muy ligada al concepto de muerte que el niño haya elaborado y a la etapa evolutiva en la que se encuentre. El concepto de muerte estará muy influenciado por su cultura, la familia, sus vivencias, pero su desarrollo personal también jugará un papel fundamental. Por lo tanto, su nivel de desarrollo cognitivo y afectivo influirá en su nivel de comprensión del concepto “muerto”.

De los 2 a los 3 años los niños no tienen ningún conocimiento de la muerte. De los 3 a los 6 años toman conciencia sobre la muerte, y la conciben como una separación temporal, no son conscientes de su irreversibilidad. Señalan la ausencia de funciones que están presentes en los vivos (movimiento, respiración, etc.) para definir el muerto. Posteriormente, establecen una conexión entre la muerte y la ausencia o separación: los muertos se han ido. Además entienden que la muerte es el resultado de la violencia, reconocen que ellos también pueden morir pero como consecuencia de que los maten. Todavía no es consciente de que puede morir como consecuencia del hecho natural de estar vivo. Desarrollan pensamientos mágicos y razonamientos fantásticos. De los 6 a los 9 años se desarrolla la conciencia de la irreversibilidad y la inevitabilidad de la muerte. Los menores de 7 años, atribuyen a los muertos, las propiedades de los vivos (creen que los duelo4muertos sienten, comen…»sé que papá está muerto, pero no puedo entender por qué no viene a cenar»), incluyen razonamientos fantásticos y pensamientos mágicos. El temor a la muerte llega a asociarse con el temor a la separación y el abandono. De los 9 a los 10 años surge el temor a morir, admiten el hecho de la muerte como algo universal y que también les sucederá a ellos. La muerte es un proceso interno, inevitable e irreversible. El niño busca con sus preguntas seguridad y conocimiento. De los 9 a los 12 años el menor se encuentra en fase de latencia, caracterizada por poca expresividad y preocupación en cuanto al tema de la muerte, por una posible represión de la ansiedad ante la muerte y negación de la muerte personal.

 ¿Como abordar el tema de la muerte con los niños?:

No debemos engañar al niño, procuraremos dar respuesta a sus preguntas de manera simple y directa. Tendremos en cuenta el contexto emocional y el grado de desarrollo del niño para responder adecuadamente a sus preguntas. Propiciaremos y animaremos a los niños a comunicar que saben, sienten y piensan sobre la muerte. Una información excesiva o deficiente puede ser perjudicial para el menor.

duelo1Cuando fallezca un familiar se lo comunicaremos al niño, si se le responde con evasivas y/o no se le dice toda la verdad, puede producir en él ira y resentimiento. Si el niño lo solicita, le permitiremos asistir al funeral; previamente le explicaremos que se hará, el motivo, etc. Si el niño decide inventarse un ritual para despedirse, es saludable realizarlo. Si el niño no pudo asistir a los ritos sociales, podemos proponerle realizar uno para ayudarle a despedirse del difunto. Si el niño lo desea también podrá participar al recoger las pertenencias del difunto y guardar algún objeto con significado especial.

Las manifestaciones de un luto normalizado:

Los sentimientos habituales son: esperanza de que volverá, tristeza, soledad, sensación de vulnerabilidad, inseguridad, ansiedad, culpa, irritabilidad, rabia, miedo. El menor puede presentar recuerdos persistentes del difunto, sueñan, se sienten vigilados, mantienen conversaciones con el difunto, en definitiva, intentan mantener una relación con el difunto y así obtener una representación interna de él.

También puede presentar problemas escolares: bajo rendimiento, falta de concentración, problemas de disciplina y síntomas físicos como pánico, insomnio, no tener ganas de comer, pesadillas.

Los menores de 5 años presentan poca tendencia a llorar, frecuentemente aparecen conductas regresivas. De los 7 a los 10 años muestran sentimientos de tristeza, inquietud, soledad. Reprimen las emociones. De los 10 a los 13 años presentan tendencia a llorar, están más preocupados por el desequilibrio familiar y la responsabilidad que tendrán que asumir. Sienten una gran necesidad de desahogarse. Las somatizaciones son más frecuentes en los adolescentes por la introversión en la que suelen vivir. En la adolescencia es fundamental el soporte de sus amigos.

¿Cómo podemos ayudar al menor?:

La relación con el menor es fundamental, la relación con sus padres será clave: tiene que ser segura y cariñosa. Si el difunto es un progenitor, será un pilar básico la presencia del otro progenitor durante todo el proceso.

Expresiones cómo: se ha dormido, se ha marchado de viaje, está en el hospital, para expresar a un niño una defunción puede ser negativo para ellos, puesto que tienden a pensar que volverá pronto o que lo ha abandonado.

Es importante decirle a niño, desde pequeño, que todos moriremos algún día, que es un hecho natural y que es normal estar tristes, sentir pena y desear que la persona vuelva a nuestro lado. La información que le me de transmitir es: que no volverá y que se ha hecho con el cuerpo de difunto, siempre en base a sus tradiciones familiares.

Es importante explicarle al menor las causas de la muerte, si es por enfermedad que esta tuvo un duelo3inicio, una evolución y un final, siempre aclarando que ellos no son responsables de la muerte. Le enseñaremos a distinguir entre dolencia grave y ligera. Les hablaremos del difunto y le daremos permiso para que lo hagan siempre que lo necesiten.

Ajustaremos nuestro lenguaje del menor: podemos utilizar cuentos, imágenes de la natura, etc. El niño también puede expresar su dolor a través del juego, dibujo, etc.

Deberemos dedicarle tiempo al niño, ser empáticos, mantener los canales de comunicación abiertos, permitir al niño que se exprese libremente. Los adultos le manifestarán sus sentimientos al niño, aspecto que permite al menor normalizar su situación y así sentirse mejor. Generar un clima de ayuda y respeto, puede llorar con el niño, compartan la tristeza.

Es conveniente mantener las rutinas diarias para minimizar los cambios. Conservar muy identificados las roles, evitar asignar tareas y responsabilidades que no correspondan con la edad del niño. Es importante reforzar la irreversibilidad de los hechos y evitar falsas expectativas en el menor.

Se deberá mantener una comunicación directa y activa con el centro escolar del menor, manteniéndolos informados de los acontecimientos y realizando seguimiento de la conducta del menor.

Cristina Turú – Psicóloga

¿Cómo conseguir que nuestro hijo nos obedezca? El refuerzo.

Muchos padres presentan dudas sobre como conseguir que sus hijos les obedezcan, como potenciar una conducta; otros no consiguen ponerse de acuerdo con el sistema de castigos y recompensas, provocando que el niño obedezca más a uno que al otro. En algunos casos los premios y castigos ya no son eficaces, el niño muestra que no le importa ser castigado y sigue repitiendo la conducta inadecuada.

A algunos padres no les agrada la palabra “premio y castigo”, pero realmente lo que estamos realizando es un refuerzo positivo para las conductas que deseamos potenciar y uno negativo para reducir aquellas conductas que no son adecuadas en nuestros hijos. Es una herramienta útil cuando la persuasión, el diálogo y la reflexión no funcionan. Pero debemos hacer un buen uso de esta técnica para que sea eficaz, puedes utilizarla temporalmente para conseguir unos logros o eliminar una conducta.

Definir unas pautas de conducta te ayudará a que tu hijo tenga claro que esperas de él, que debe o no hacer, como debe comportarse, que rutinas debe seguir, etc. Dichas pautas deben ir acompañadas de un sistema de premios y castigos, que deben pactar primero los padres y posteriormente con el niño.

Recomendamos trabajar principalmente con los refuerzos positivos, ya que motivan más a los niños y tienen una mejor respuesta. Elegiremos las conductas a tratar, para aumentarlas o reducirlas. Por ejemplo, quiero que mi hijo se lave cada día los dientes y no quiero que mi hijo conteste mal. Se puede plantear la actividad como un juego al niño: “si hoy no me hablas mal, al final del día te daré un punto (una ficha, una pegatina…) cuando tengas 5 pegatinas recibirás un premio”, el premio se pactará con él y será proporcional al esfuerzo que le suponga conseguirlo. El deseo de conseguir el premio regulará las conductas del niño.

También puede premiar al niño de manera esporádica, sin estar pactado con él previamente, cuando realice una conducta deseable puede recompensarla, por ejemplo el niño hoy ha recogido su habitación sin tener que mandárselo.

castigo4Es fundamental acompañar a las conductas deseables de felicitaciones, un beso, etc. Los premios se entregarán en un corto plazo de tiempo, para que el niño vea que su buena conducta le proporciona una recompensa. No todos los premios deben de ser de valor económico, pueden pactar pasar un rato juntos haciendo una actividad que le guste al niño, elegir el menú de un día, etc. ¡Busque que puede motivar a su hijo!

También puede planear con su hijo que consecuencias negativas, castigo, tendrá una determinada conducta no deseada. Los castigos deben de ser proporcionados y razonables y se aplican cuando se produce la conducta no deseada.

Es importante que los padres pacten el sistema de premios y castigos, ya que en ocasiones, tienen distintas maneras de educar a su hijo y pueden producirse contradicciones poco beneficiosas. Los niños deben percibir, que aunque sus padres sean diferentes, están unidos a la hora de tomar decisiones y en su educación. Deben de ser coherentes en los criterios básicos de educar a su hijo.

Si su hijo les engaña para conseguir sus demandas, deben castigarlo. Por ejemplo si el
niño solicita ver la tele un rato, y la madre dice que no porque no ha acabado los deberes; y posteriormente se dirige al padre a solicitarlo, y este desconociendo los precedentes, se lo permite. El padre al enterarse del engaño deb
erá explicarle con firmeza al niño que tomó esa decisión siendo engañado y su acto tendrá repercusiones.

Si los padres no están de acuerdo sobre una decisión sobre la educación de su hijo, no deben discutir sobre el tema delante de su hijo. Si alguna vez surgen dudas delante de él sobre una decisión, se le puede decir que lo van a reflexionar y que le comunicarán su decisión.

Cuando tu hijo le falte al respeto al otro progenitor, no debes convertirte en su cómplice.castigo2 Debéis de daros respaldo incondicional, apoya a tu pareja, mantente firme a su lado. Si un progenitor riñe al niño, el otro no debe intervenir, ya que le resta autoridad al otro. También debe tomar decisiones, un “no se, pregúntale a tu padre/madre…” le posiciona en una situación de inferioridad. Si no sabe que debe hacer es preferible que le diga al niño que lo hablará con el otro progenitor, que necesita pensar, etc. Y que más tarde le dará una respuesta.

Cristina Turú – Psicóloga

El niño y los clavos. Cuento para controlar el mal genio de los niños.

niño1 Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase un clavo en la cerca de detrás de la casa.

El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así con los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.

Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.

Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que controlase su carácter, que sacase un clavo de la cerca.

Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás de la casa y le dijo:

– Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma. Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida verbal.niño2

Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.

Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Las mentiras de nuestro hijo.

Qué preocupante y angustiante es darnos cuenta de que nuestro hijo nos miente. Pero tenemos que tener en cuenta la edad de nuestro hijo para interpretar el tipo de mentira que utiliza.

mentira1Existen muchas maneras de mentir, el objetivo de una mentira es engañar, se miente cuando se dice algo que realmente no piensas, cuando ocultas la verdad, cuando se es ambiguo, o se niega lo que se cree o se ha visto.

Hasta los seis años los niños no mienten, simplemente fantasean y transmiten estas fantasías. Es a partir de los seis años cuando los niños ya pueden diferenciar entre verdad y mentira y usan la mentira en su propio beneficio. Es fundamental que en esta etapa se corrijan y censuren las mentiras.

Conseguir que nuestro hijo no use la mentira, será un reto complicado, ya que nosotros mismos en muchas ocasiones las usamos, aunque sus consecuencias no sean importantes, sean leves o piadosas. Nuestra sociedad también la usa de manera continua para cambiar la realidad, minimizar hechos, ocultar la verdad, etc.

Dar ejemplo es básico, muchas veces usamos mentiras delante de nuestros hijos, por ejemplo, para eludir determinadas situaciones, “mañana no puedo ir, tengo un compromiso” y en realidad podrías ir pero no te apetece. También enseñamos a nuestro hijo a mentir, si no queremos responder a una llamada le decimos “dile que no estoy en casa”.

Para valorar el uso y gravedad de las mentiras que utiliza nuestro hijo, debemos fijarnos en el motivo: evitar ser castigado, autoengañarse o engañar a los demás, agradar a sus padres o iguales, llamar la atención… Depende del uso y la gravedad de las mismas puede convertirse en una alarma de que existen problemas más graves en nuestro hijo que no detectamos.

No es lo mismo decir una pequeña mentira para evitar un castigo, o mentir sobre la realidad y él mismo, en este caso es necesario revisar la visión que tiene de sí mismo y le enseñaremos a aceptar la realidad tal y como es. Debemos reforzar la autoestima del niño si usa la mentira para llamar la atención, para quedar bien con los demás, o si las usa de manera innecesaria, sin saber bien porque lo hace.

¿Cómo podemos fomentar la sinceridad de nuestro hijo? Reforzando su autoestima, factor indispensable para que el niño tenga seguridad en sí mismo y no requiera del uso de mentiras. También debemos mejorar su seguridad y confianza en sí mismo. Debemos transmitirle que confiamos en ellos, pero que si nos mienten no podemos darle la confianza que merecen.

Fomenta un buen estilo de comunicación en casa: debemos explicar todo, lo bueno y lo malo, generando un ambiente de confianza y comprensión. Pregúntale a tu hijo qué es lo mejor y lo peor que le ha pasado ese día, valora si te cuenta una actuación negativa por su parte.

¿Cómo prevenir las mentiras? Como hemos comentado anteriormente, a partir de los 6 años el niño ya puede distinguir entre verdad y mentira, es en ese momento cuando podemos hablarle sobre estos conceptos, le explicaremos lo importante que es decir siempre la verdad y que es esta la opción correcta. Enséñale que puede ganar siendo sincero, será una persona fiable, respetable, digna de confianza.

Si nuestro hijo empieza a mentir no lo catalogaremos como un mentiroso, porque puede asimilarlo como parte de su persona “yo soy un mentiroso, mis padres me lo dicen”, debemos mostrarle que es digno de confianza y que debe dejar de mentir, que confiamos en él y que puede cambiarlo. Cuando detectemos que miente fomentaremos la reflexión y que el niño acepte que ha mentido, en ese momento felicitaremos que lo haya reconocido y felicitaremos la verdad.

La situación se comentira2mplica en edades más avanzadas, cuando los niños pueden influenciar en sus padres, los cuales creen sus mentiras. Los niños son muy hábiles y conocen perfectamente los puntos débiles de sus padres, y usan sus mejores estrategias para conseguir lo que quieren. Pueden utilizar el chantaje emocional, la lástima, las comparaciones, las promesas, actos frecuentemente relacionados con la mentira y la interpretación.

Muchos padres que quieren proteger a sus hijos y evitarles el dolor, son incapaces de ver la realidad y creen a sus hijos, cuando entre lágrimas y sollozos les cuentan su visión particular de los hechos.

La etapa de la adolescencia sueles ser la más complicada, ya que nuestro hijo en esta etapa puede mostrar una conducta muy diferente dentro de casa y fuera de ella. Las amistades tienen mucha influencia es este periodo del desarrollo.

Son muchos los padres que se sorprenden de cómo es su hijo fuera del hogar, pero, ¿cómo podemos saber si nuestro hijo lleva una doble vida? Habla con tu hijo con frecuencia de manera espontánea, cercana y desenfadada, interésate por sus cosas, sus preocupaciones, conoce a sus amigos, mantén una buena comunicación con el centro escolar, conoce cómo tu hijo se relaciona en otros círculos.

En ocasiones, surgen problemas con el centro escolar, en concreto con un profesor, “me tiene manía, no es cierto que me porte mal en su clase”, como norma general es al docente a quien tenemos que creer, en caso de duda, podemos hablar con otros profesores del niño para ver qué impresión tienen ellos de su hijo.

Es importante que las mentiras tengas repercusiones, más si son mentiras graves, tienen que ir más allá de un sermón o regañina, las consecuencias deben ser contundentes y en función de la magnitud de la falta.

Las repercusiones de una mentira tienen que aplicarse siempre, sea cual sea la edad de nuestro hijo, ya que es un acto que no queremos que se repita y debe quedarle totalmente claro que no puede volver a actuar de ese modo.

Cristina Turú – Psicóloga

La importancia de transmitir las tradiciones a las nuevas generaciones.

Aprovechando que se aproxima la celebración de Sant Medir, hemos decidido realizar una pequeña reflexión sobre la importancia de transmitir nuestras tradiciones a las nuevas generaciones. Las celebraciones típicas de cada región, son su marca de distinción e identificación; sus ciudadanos las celebran con orgullo y las comparten, fomentando la comunicación y la relación entre ellos.

Celebrar con los más pequeños y no tan pequeños… fiestas tradicionales, haciéndolos partícipes del evento,  ayudará a mantener su apego por nuestras costumbres, les aportará conocimientos sobre nuestra historia personal, familiar y cultural, aspectos que permitirán la adquisición de una identidad personal más consolidada en su futuro.

Consideramos fundamental que las nuevas generaciones conozcan sus raíces y orígenes; a través de actividades lúdicas y de ocio, promoveremos las buenas relaciones familiares y la participación en la vida culturacultural de nuestra ciudad.

Nuestras tradiciones familiares son muy importantes para la evolución y desarrollo de los niños, ya que a través de nuestros rituales les transmitimos normas de conducta, valores y unión. Las costumbres se originan en el núcleo familiar, la familia es el agente educativo más importante de un niño, por lo que formar adecuadamente a nuestros hijos, nietos, sobrinos, etc. Siendo una sólida base para su futuro ya que le ayudará a crear sus formas de pensar, sentir y actuar.

Los niños necesitan una cultura familiar con un sistema de valores estable, donde puedan  sentirse identificados e integrados en una comunidad, con unas creencias y maneras de actuar concretas. El bebé aprende imitando, lo que experimente y observe, le ayudará a formar su carácter adulto. Cada cultura tiene una manera concreta de cuidar a los niños y así le transmiten una forma concreta de vivir.

Se ha demostrado lo importante que son los hábitos y rutinas en la educación de los niños: las rutinas diarias, los cumpleaños, las estaciones del año, las fiestas tradicionales, etc. Son muy importantes para los niños y les agradan mucho, ya que les generan sentimientos de estabilidad, control y predicción.

Debemos permitir al niño ser él mismo dentro de nuestras tradiciones familiares, dándole espacio a sus gustos y creatividad,  ya que en el futuro residirá en él la decisión de continuar o modificar las tradiciones que le hemos transmitido.

Cristina Turú – Psicóloga

Cómo mejorar el autocontrol y la atención infantil.

La gran mayoría de niños, principalmente en la etapa de los 4 a los 12 años, presenta problemas de atención y de control de su propio comportamiento. Se distraen, se despistan, olvidan de las cosas, se quieren salir siempre con la suya, hacer lo que ellos quieren, etc.

Podemos ayudar al niño a potenciar su atención, ya que es una habilidad que se puede desarrollar y entrenar.

¿Qué ejercicios pueden ayudar a nuestro hijo a mejorar su atención? A través del juego podemos conseguir que nuestro hijo ejercite la atención de manera divertida, por ejemplo, realizando rompecabezas, puzles, laberintos… juegos que generan que el niño se concentre durante un rato. Con este tipo de juegos se trabaja la discriminación y agudeza visual, ya tiene que dirigir su atención al juego. La lectura también es un ejercicio muy adecuado que se debería practicar a diario, ya que a parte de mejorar sus habilidades lectoras fomentamos su atención, imaginación y aprendizaje. Por otro lado, los juegos de mesa son otra opción para trabajar la atención en nuestro hijo.

Si queremos realizar ejercicios a niños más pequeños podemos trabajar con objetos. Podemos coger varios objetos para que el niño los agrupe por colores, formas, etc.

Para potenciar el autocontrol en nuestro hijo podemos trabajar con metas adecuadas a corto y medio plazo, planificación, potenciar la capacidad de análisis, inhibición de impulsos, etc.

Los niños deben aprender a tolerar la frustración, no siempre pueden hacer o tener lo que desean. Nuestro hijo debe aprender a cumplir con sus obligaciones, manejando la situación y no dejándose llevar por sus impulsos. Por ejemplo, “debo dejar de jugar y tengo que hacer los deberes”, podremos ayudarlo organizando con él la tarde, explicándole que cuando acabe los deberes podrá volver a jugar y anticipando las consecuencias negativas que tendrá no realizar sus deberes a tiempo: un posible castigo.

Es fundamental que el niño comprenda qué significa “portarse bien”, qué actitud y conducta deseamos que tenga. Por ejemplo, a la hora de comer en la mesa, le explicaremos al sentarnos que no debe levantarse de la silla hasta que todos hallamos terminado, que no debe chillar, que puede dialogar y contarnos sus cosas de manera calmada, que debe terminarse la comida que le sirvamos, etc. Las instrucciones deben ser concretas y sencillas de entender.

Para la convivencia en casa podemos hacer una lista por escrito, de manera atractiva y la colocaremos en un lugar visible de las cosas que sí se pueden hacer y cosas que no se pueden hacer: SI: hablaremos bajito, jugaremos tranquilamente, tendremos los juguetes ordenados. NO: gritaremos, correremos, desordenaremos.

Marcar unos los límites claros ayudará a que el niño se controle y rabieta2conozca qué debe hacer en cada situación. En todo momento tiene que tener muy claro las consecuencias de sus actos, tanto positivas como negativas, ya que eso le ayudará a reflexionar sobre las consecuencias de sus actos.

Las consecuencias deben ser estables y seguras, no debe alzar la voz o chillar, ya que este hecho puede alterar más al niño y no conseguiremos ningún efecto positivo en él. Cuando el niño no pueda controlar su conducta no es el momento de reflexionar o razonar, se impone la consecuencia y posteriormente, en un ambiente más calmado reflexionaremos sobre los hechos.

Las críticas a sus conductas no deben ser de menosprecio: “siempre igual”, “nunca cambiarás”, “eres un desastre”, “estoy harto de ti”. Debemos ayudar a nuestro hijo a reflexionar y tenemos que transmitirle nuestros sentimientos: “me siento disgustado, triste… por tu conducta”, “me duele como has actuado”, “sé que puedes hacerlo bien”, “sé que eres bueno pero esta vez no has actuado de manera correcta”, etc.

La reflexión sobre sus conductas es fundamental, si son en positivo se le felicitará y se le comunicará que es ese el comportamiento que esperamos de él, si por lo contrario, ha actuado incorrectamente, reflexionaremos sobre lo ocurrido, debemos evitar que nuestro hijo se sienta incomprendido y fomentaremos que nos expliqué qué pasó, como se sintió y cómo debería responder en esa situación.

Cristina Turú – Psicóloga

La importancia de comunicarse con sus hijos

La comunicación entre padres e hijos es fundamental para reforzar su relación. Es fundamental iniciarla desde pequeños, ya que cuando crecen, nuestros hijos se vuelven más independientes y
herméticos, por lo que si ya existe un ambiente de diálogo en casa será más fácil mantenerlo.

La creación de hábitos será fundamental para generar unos comportamientos adecuados en nuestro hijo. La comunicación debe incluirse entre los hábitos diarios, buscando un espacio para el diálogo, cuando coman juntos o realicen una actividad con ellos, puede ser un buen momento para entablar una conversación. Fomentar la comunicación también beneficiará al niño, ya que mejorará sus pautas de comunicación en otros ámbitos no familiares, en la escuela, con sus amigos, etc.

Cuando nuestro hijo nos cuente algo, debemos realzar los aspectos positivos, evitando focalizarnos exclusivamente en lo negativo. Al igual que si nuestro hijo nos cuenta algo por lo cual debería ser castigado, deberemos valorar que nos lo haya contado y reflexionaremos sobre su mala actuación.

Aprenda a escuchar de manera activa, a conocer los sentimientos de su hijo, a aceptarle tal y como es, mostrar interés por lo que nos cuenta, cuando hablen focalice toda su atención en él; si tiene que interrumpir la conversación, recuerde retomarla lo antes posible.

Si nuestro hijo nos cuenta un secreto, debemos respetarlo, sino perderemos su confianza. Si consideramos que es crucial comunicar el secreto, no lo haremos nosotros sin su consentimiento, reflexionaremos con él la importancia de comunicarlo, hasta que el niño esté convencido de que debe explicarlo.

Permita que su hijo le replique si no está de acuerdo con algo, si se basa en la autoridad no estará dialogando con su hijo. No debemos esperar que el niño cambie su conducta porque nosotros se lo decimos e imponemos. Los pcomunicacionadres deben aprender a negociar, a razonar y a convencer a su hijo. Jamás tome las decisiones por el niño, él debe ser el protagonista de su propia vida, y debe ser autónomo para poder tomar sus decisiones, siempre gracias a su orientación y asesoramiento.

Son muchas las ventajas que aportará el diálogo a su hijo: seguridad en sí mismo, autoestima, aprendizajes, tolerancia, asertividad, ampliar sus conocimientos y sus temas de conversación, aprender a escuchar y aceptar opiniones diferentes a la suya. Debemos compartir con ellos nuestros sentimientos, explicarle cosas que puedan interesarles, así al niño le será más fácil expresarse y comunicarse con nosotros.

En la etapa de la adolescencia es cuando los menores se sienten menos comprendidos, generando así sentimientos de soledad, falta de comprensión por parte de sus padres; generando en ellos una actitud de pasotismo, desinterés, incomprensión, etc. Es en esta etapa cuando más debemos cuidar el estilo de comunicación con nuestro hijo, evitando conversaciones cerradas, fomentando que nuestro hijo nos trasmita sus sentimientos e inquietudes, dándole valor a aquellos temas que para él sean importantes.

Conseguir que un niño (principalmente en la etapa adolescente) se comunique correctamente con nosotros no es una tarea fácil, requiere de tiempo, y cada niño necesitará un tiempo concreto, en base a su personalidad. Podemos ayudarlo valorándolo, respetándolo y facilitando los flujos de comunicación. Debemos evitar someter al menor a interrogatorios, o que ellos lo interpreten así. Este tipo de comunicación, no basada en la iniciativa del menor, puede alejarnos de él.

Para comunicarse de manera adecuada, debemos recordar que saber escuchar y empatizar es fundamental. En ocasiones los padres detectan que su hijo muestra dificultades para comunicarse con ellos, pero no con otras personas: profesores, familiares, amigos… ahí es cuando debemos detectar que quizás estamos haciendo algo mal.

Nos encontramos a padres excesivamente comunicadores, que hablan en exceso, hecho que dificulta que el niño pueda intervenir y convierte su discurso en un sermón. Deje espacios de silencio, para darle a su hijo la oportunidad de participar si lo desea. Los hijos ante esta actitud pierden la motivación por conversar con sus padres y se muestran indiferentes.

Los padres autoritarios, tienden a no comunicar sus emociones y sentimientos, se caracterizan por un fuerte temperamento y suelen usar un tono de voz elevado y la intimidación. No piden la opinión de sus hijos, imponen sus órdenes. Los niños evitan conversar con este perfil de padres.

Existen padres extremadamente exigentes, que llegan a menospreciar a sus hijos, no le dan imagesimportancia a lo que sus hijos dicen o hacen y les quitan importancia o no le dan valor.  Infra valoran los esfuerzos de sus hijos y sus hijos carecen de motivación para comunicarse con ellos.

Los padres negativos transmiten estos valores a sus hijos. Ven todo mal, ignoran las cosas positivas, transmiten desánimo, desesperanza.

En nuestra sociedad, desgraciadamente, encontramos muchos padres incomunicativos, los cuales apenas hablan con sus hijos, no tienen tiempo para dedicarles, ni comparten experiencias con ellos. Los niños crecen sin educación, sin una figura que seguir, sin valores. Estos niños se sienten perdidos, desvinculados de la familia, sin valor personal.

Cristina Turú – Psicóloga

La función del disfraz en el desarrollo del niño.

En estas fechas, tan próximas al carnaval; los niños empiezan a planear y a solicitar sus disfraces. A la mayoría de niños les gusta mucho disfrazarse, de hecho hay niños que no solo se disfrazan en celebraciones especiales; sino que utilizan el disfraz como forma de juego habitual.

Es beneficioso que el niño se disfrace, cambie de rol y de identidad durante un rato. De este modo dan rienda suelta a su creatividad, aprenden jugando y estimulan su imaginación.

Disfrazándose interpretan otros personajes, empatizando y poniéndose en su lugar, ensayan otra personalidad,  otra manera de actuar y de sentir, viendo el mundo desde otro punto de vista.

La fantasía es natural y saludable para el equilibrio emocional del niño, por lo que debemos permitirle explorar nuevos mundos, imaginar y crear. A través del disfraz el niño también puede expresar sus sentimientos y su manera de ver el mundo; por lo que debemos respetar las preferencias que exprese a la hora de disfrazarse.

A través del  disfraz el niño también imita la realidad, aspecto que puede ayudarnos a descubrir cómo percibe a los adultos o posibles problemas en su ambiente. Cuando el niño interpreta a papá, a mamá, al profesor, a un compañero, etc., reproduce los comportamientos que observa en ellos. Si los observamos y analizamos dicha información, podremos conocer como el niño percibe determinadas situaciones y podremos ayudarle.

Programar de que se va a disfrazar este año por carnaval puede ser un excelente ejercicio para su hijo, ya que aprenderá a negociar, a tomar decisiones, a reflexionar para decidir de qué disfrazará, para finalmente, el día de la celebración poder desarrollar un juego individual o en grupo con otros niños, utilizando otros roles, reglas y normas, alejadas a las que utiliza habitualmente.

También podemos realizar el disfraz en casa, involucrando al niño en la confección del mismo. De este modo potenciaremos la creatividad, planificación y ejecución del mismo. Realizando este tipo de actividades manuales el niño perfecciona su psicomotricidad y aprende a esforzarse para conseguir sus objetivos.

Si un niño no quiere disfrazarse de algo, no debemos obligarlo a hacerlo. El niño se tiene que sentir a gusto y seguro con el disfraz, por lo que debemos evitar que se sienta ridículo o forzado.

Animar a disfrazarse a nuestro hijo y compartir con él sus intereses, sin duda será una actividad beneficiosa para ambos.

Cristina Turú – Psicóloga