La separación y el divorcio es un hecho generalizado en nuestra sociedad. Son muchos los padres preocupados por como esta separación puede afectar a su hijo, por lo que hacerlo correctamente será fundamental para evitar afectar al menor.
Debemos recordar que aunque la relación amorosa entre la pareja finalice, siempre les unirá una relación como padres del menor. Es imprescindible mantener intacto nuestro papel como padre frente al menor, cuidando su estabilidad emocional.
Es evidente que después de la separación, las relaciones y rutinas habituales se verán afectadas, pero el rol de padre debe mantenerse intacto, dejándole claro al menor que rol jugará cada uno y que lugar y espacio ocuparán. A partir de la ruptura sentimental, se crearán dos sistemas familiares: uno con la madre y otro con el padre. Los vínculos con nuestros hijos y nuestra función como padre, tiene que mantenerse estable.
Después de una ruptura sentimental, tenemos que afrontar un periodo de duelo, de cambios, momentos de negociación, de dolor, etc. y atender las exigencias de nuestros hijos en ese momento puede ser una tarea complicada.
Es fundamental explicarle al niño, con calma, con un mensaje seguro y claro, que pueda comprender, que está sucediendo. Es recomendable que los padres, antes de dialogar con sus hijos, pacten que les van a decir y que mensaje quieren transmitirles, eso le dará seguridad antes las dudas que pueda presentar el niño.
Sin duda la mejor manera de llevar a cabo una separación es el dialogo y el consenso, situando al niño siempre como el centro de interés, hablando y enfocando la ruptura como un cambio y una reestructuración familiar. El niño vivirá la separación como una pérdida, él lo percibe así, ya que ve a sus padres como su fuente de seguridad y sustento, son los pilares de su vida y las personas más importantes.
La separación para el niño es una ruptura de su mundo, de sus referentes e ideales. Puede sentir miedo, nerviosismo, angustia, inseguridad, dudas sobre como será su futuro y se sienten desconcertados. Por lo que ofrecerles el apoyo incondicional, acompañarle y hablar con él de manera cercana, les ayudará a superar esta crisis. Algunos niños pueden reducir su rendimiento escolar, ya que este proceso puede afectar su capacidad de atención, para concentrarse, rumiación, cansancio, desmotivación, etc.
Si le damos atención a nuestro hijo, apoyo, amor, escuchamos sus dudas y sentimientos y las respondemos de manera que puedan comprenderlas, podrá gestionar de manera correcta el cambio y no vivirlo con dolor o interpretarlo como un abandono.
Podemos tener en cuenta la etapa evolutivas en la que se encuentra el niño para entender su situación ante la separación; las etapas evolutivas de crisis personal, en que se generan cambios interiores importantes son las más complicadas. Si su propia crisis personal, se solapa con una crisis emocional por la separación, puede agravar su situación.
- De 0 a 3 años: es muy importante la figura materna para el niño, a cual se le deberá dar prioridad para cubrir las necesidades del niño, pero también el padre juega un papel muy importante y el niño necesita la presencia de su figura. Para los niños, es muy importante mantener el lugar de origen, esto les ayudará a mantenerse estable durante todo el proceso de cambio. A los dos años, el niño hace un cambio importante en su etapa evolutiva, aumenta su autonomía y se aleja de la figura materna, se de cuanta de los cambios en su entorno y un cambio muy brusco puede afectarle.
- De 3 a 5 años: los niños se caracterizan por ser egocentristas, por lo que puede llegar a culpabilizarse de la separación de sus padres. A los 5 años, finaliza la primera infancia, el niño ya no es tan inocente y puede desarrollar un duelo complicado en casos de divorcios complicados.
- De 9 a12 años: la preadolescencia, en esta etapa el niño vive un cambio brusco en su identidad, deja de ser niño para convertirse en un adolescente, es un periodo delicado ya que el niño está entrando en una crisis de identidad, típica de la adolescencia.
Déjele claro a su hijo que para él no tendrá consecuencias afectivas, ya que sus papás le quieren mucho y siempre
estarán con él. Es importante mantener la estabilidad del niño, estar lo más tranquilos posibles, manteniendo el control de la situación. Anímelo a que pregunte, a que exprese como se siente, permítale llorar, etc. Es mejor mostrarle una realidad, aunque sea dolorosa que la incertidumbre de no saber que está ocurriendo.
Es fundamental organizarse y explicarle al niño como será su vida después de la separación. El primer año será el más complicado, ya que todo debe estabilizarse y todos deben habituarse a su nuevo estilo de vida. Una correcta gestión de la separación ayudará al niño a estar tranquilo y sentirse seguro.
Un hogar con conflictos constantes trae muchos más problemas, angustias e inseguridades que una separación; siempre que esta se realice de manera correcta. Si le mostramos a nuestro hijo que luchamos por nuestra felicidad, también enseñamos a él a luchar por la suya. Transformar la relación amorosa que tenia con su pareja en otro tipo de relación, respetuosa y tranquila será fundamental.
Convierta el proceso de separación de su hijo en algo fácil y sencillo, ofreciéndole su cariño, atención, apoyo y amor incondicional.
Cristina Turú – Psicóloga